Como decía Elizabeth Kübler-Ross, lo niños
tienen una capacidad increíble de adaptarse a los cambios y por sí mismos no ven la muerte de la manera tan terrorífica como la captan los adultos, para ellos la vida continúa y no se resisten a la posibilidad de "continuar sonriendo, sintiendo alegría de vivir" y esta actitud no menosprecia el amor o el recuerdo del que ha partido, esos son prejuicios de los mayores.Me gustaría entregarme a la muerte como el recién nacido se entrega a dormir en los brazos de sus padres, lleno de paz, de confianza y seguridad; con la absoluta certeza de saberse protegido y amado, antes del sueño y después del sueño.
En realidad, cada noche sin saberlo nos entrenamos para ese gran paso cuando nos disponemos a dormir; no somos conscientes de ello, pero cerramos los ojos, abandonamos por unas horas completamente el control de nuestro cuerpo y nos sumergimos en un mundo desconocido, que irónicamente nosotros mismo creamos de forma inconsciente, con la total convicción de despertar a la mañana siguiente; sin duda morir debe ser así de sencillo y natural... como relajarse para dormir...
Hace un par de años, leí algo que me llenó de asombro y que me hizo reflexionar mucho, y de hecho escribí acerca de ello. Decía que una vez al año, renovamos el 98% de las células del cuerpo, uno mismo fabrica un nuevo hígado cada seis meses, una nueva piel cada mes, un nuevo revestimiento gástrico cada cinco días, un esqueleto, que a pesar de parecer tan sólido, se renueva cada tres meses... el cuerpo físico, éste con el que nos identificamos resulta que no es el mismo de ayer... pero uno se percibe interiormente como "el mismo de siempre", entonces ese yo que creo ser, no puede tener nada que ver con este vehículo biológico.
Entonces dime….soy el mismo de ayer??
Nacer, vivir, morir, renacer… es el ciclo espontáneo….
No temas, aprende el arte de vivir….para bien morir….

