sábado, marzo 31, 2007

MORIR EN EL HOSPITAL O CLINICA - 2da. PARTE FINAL

El hospital es hoy en día el lugar donde sucede la muerte "normal". La gran mayoría de las personas muere hoy en clínicas o en instituciones similares, y seguramente que esto no va a cambiar en un tiempo previsible. En muchos casos, por ejemplo después de accidentes graves o con un infarto agudo, no queda por lo demás otra alternativa que la reclusión en el hospital. Pero también debido a una afección grave y mortífera se ingresa a la mayor parte de las personas en el hospital.

A menudo es allí donde se hace el primer diagnóstico, y el enfermo es tratado en el hospital tal vez antes de que se plantee la cuestión de si ha de pasar las últimas semanas o meses en casa o en algún hospicio. Así pues, casi todos los enfermos incurables, al igual que sus parientes y amigos, se han encontrado, al menos en un primer momento, con el hospital. De ahí que haya que plantearse muchas cuestiones que se refieren a esa primera fase. El hospital, ese lugar tan altamente tecnificado, debe ser un espacio humano, en el que haya lugar para la solicitud y la asistencia amorosa. Y esto se debe aplicar a todos, también al cuidado de enfermos incurables y de moribundos.

Las ventajas de una asistencia y atención médica más profesional e intensa se ha logrado mediante el desplazamiento del enfermo desde su hogar a una institución extraña, donde ya no son únicamente los parientes y los amigos quienes cuidan del moribundo. También es cierto que el cuidado de los moribundos no responde a la concepción tradicional del hospital, que se crea
para el diagnóstico y la curación de enfermedades, y por tanto con el objetivo de devolver la salud. Y a esto se añade el hecho de que también los asistentes
preparados profesionalmente en sus propias especialidades cargan a menudo en
el hospital con el cuidado de los enfermos graves y de los moribundos.

Dentro de una clínica los enfermos gravísimos y los moribundos no se distribuyen por igual entre todas las secciones, sino que hay servicios en los que
más de la mitad de los pacientes son enfermos de muerte y morirán. Esta situación no es sólo difícil de sobrellevar para los pacientes y sus familiares; lo es también para los médicos y el personal sanitario que se ven abrumados de trabajo. Además, en su mayoría sólo han sido preparados, en el marco de su formación, de una manera insuficiente para el cuidado de los moribundos. De ahí que en el trato con la agonía y la muerte tengan que recurrir a sus experiencias y actitudes en cierto modo privadas. Esta situación contribuye a la imagen desolada que muchos profesionales de la salud describen sobre las condiciones en que se muere en los hospitales.

Las investigaciones proporcionan una imagen penosa de la situación de los moribundos en los hospitales. Más de la mitad de los profesionales que se interrogan considera totalmente inadecuadas las condiciones de espacio; una
cuarta parte se ve expuesta a una falta de reconocimiento por parte de sus colegas si se dedican intensamente a los moribundos; dos tercios se consideran
muy deficientemente preparados con su formación profesional de cara a la muerte en los hospitales; y la mayoría de los colaboradores encuestados trabaja
con la idea de que una muerte digna no es posible en el hospital.

De hecho, en los hospitales hay situaciones que son inconciliables con una muerte digna. Por ejemplo, los moribundos suelen ser tratados hasta poco antes de su muerte prevista con una medicina intensiva, extremadamente costosa y agobiante; a otros se les administra un tratamiento contra el dolor que les anula la consciencia. En ocasiones no se les permite al cónyuge o a los hijos estar al lado del moribundo, aunque no se vea ningún motivo razonable para ello. Y todavía hoy se dan casos en que el moribundo, cuando está muy inquieto, es atado al lecho con correas. Estos hechos hieren la dignidad de la persona, y hieren a la vez la dignidad de los médicos, de las enfermeras y de otros auxiliares que cuidan del moribundo.

"Si practicas la atención a la respiración con asiduidad, cuando llegue el final de tu vida, morirás estando plenamente atento”

sábado, marzo 24, 2007

MORIR EN EL HOGAR - 1a. PARTE

Comparto con cada uno de uds una orientación en relación a consultas acerca de qué hacer si decidimos llevar a un ser querido a morir en casa,como asimismo, la opción de que la persona fallezca en un hospital o una clínica.

Hasta hace unas décadas las personas morían por lo general en su casa. La propia vivienda era el lugar donde los niños nacían, donde se curaba a las personas si caían enfermas y donde la mayoría de las veces también morían.
Hoy en día las cosas han cambiado. Y así como hemos desplazado el nacimiento a la clínica, también el hospital se ha convertido en el lugar normal de la defunción. Además, hemos perdido la familiaridad con la agonía y con la muerte, que era un hecho propio de todas las sociedades hasta hace unas cuantas décadas. Apenas queda hoy alguna persona que siga estando familiarizada con los gestos de cerrar los ojos al difunto, con lavar y vestir un cadáver o con las formas tradicionales del acompañamiento del difunto. Todas estas funciones se han delegado en especialistas, en personal asistencial, en empresas funerarias y en los sacerdotes o pastores religiosos. Por todo ello, la muerte se nos ha hecho mucho más extraña y, tal vez, más angustiosa que antes.
A pesar de lo que normalmente sucede, siempre que sea humanamente posible, es mejor asistir en casa a las personas incurables y permitirles que mueran allí. En su hogar el enfermo no vive ni la separación de su familia ni de las personas cercanas. Allí tampoco se ve importunado por la asistencia de un personal sanitario extraño que cambia continuamente. En su casa el enfermo continúa estando en su hogar, y conserva la libertad de levantarse, ducharse, vestirse, dormir y comer cuando él quiere. Y precisamente en el entorno familiar a las personas ancianas les resulta por lo general más fácil orientarse y mantenerse espiritual y psíquicamente sanas.

También para los parientes y amigos que cuidan de un enfermo de muerte tiene sus ventajas esta situación. La asistencia directa y cotidiana al enfermo ayuda a evitar sentimientos de culpabilidad y fantasías torturantes que a veces repercuten profundamente una vez que el enfermo ha muerto. Hay muchas personas que se sienten felices de cuidar amorosamente a alguien querido y de hacerle lo más agradable posible el último período de su existencia, aunque se trate de un trabajo fatigoso y a menudo también desagradable. En casa hay mucho más tiempo y espacio para enfrentarse con la muerte y para expresar los sentimientos de dolor, cólera y amor. Además, la intimidad del hogar hace posible dar una forma personal al momento de la muerte y preparar su llegada definitiva con mucho más tiempo y sosiego de lo que suele ser posible en el hospital.
Existen, pues, muchos motivos para cuidar a una persona incurable en el entorno que le es familiar y para posibilitarle la muerte en casa. Pero hay que decir claramente que en muchos casos esto ni es posible ni tiene sentido. El posibilitar la muerte en casa a la pareja, a un hijo o a un amigo supone tomar una serie de decisiones personales y requiere tenerlo todo muy claro, incluido también lo que se refiere a las cuestiones prácticas. En ningún caso basta simplemente con la buena voluntad y no siempre se puede asegurar que la situación en casa sea para el moribundo mejor y más agradable que el permanecer en el hospital.

A veces, la decisión es muy fácil. Cuando el enfermo de muerte dice: "Me gustaría volver a casa, para morir allí" y están de acuerdo los familiares o amigos que pueden asumir su atención y cuidado, cuando el médico de cabecera acepta esa decisión y les asegura su apoyo, cuando la vivienda ofrece espacio suficiente; en tal caso no hay realmente nada en contra de que el enfermo sea atendido en casa y muera allí donde ha vivido: en su hogar. Pero la mayoría de las veces la decisión no es tan fácil ni resulta tan clara. La experiencia nos muestra algo curioso, que el enfermo incurable muere en su hogar sobre todo cuando es un hombre, mientras que las mujeres están destinadas con mucha más frecuencia a morir en el hospital. Esto se debe al hecho de que la carga principal del cuidado doméstico suele recaer sobre las mujeres. Son las esposas, las madres y las hijas quienes al final han de cuidar del enfermo.
QUE PASA EN LA FAMILIA
El hecho de tener a nuestro padre o madre moribunda en casa favorece muchas veces al re-encuentro familiar. La vida y sus caminos misteriosos. Así como muchos sabemos que todos nuestros recursos están el Sistema, y que somos parte de un Sistema Mayor, así también lo es la familia, y como tal,este Sistema Familiar sabe como ordenar y armonizarse si estamos atentos. La madre y el padre son y serán siempre nuestros progenitores, están "antes" que nosotros, y como tal les debemos respeto y honor siempre("honrarás padre y madre"), y esta circunstancia, hace que se generen los momentos de armonía y equilibrio para mantener el orden dentro de este Sistema. Es tan sutil esto que digo, que las personas no lo alcanzan a percibir, sólo lo perciben por las armoniosas consecuencias que trajo este re-encuentro.
El tiempo que el moribundo permanece en el hogar son momentos de real oportunidad de sanar relaciones: padre/hijo; madre/hija; hermanos entre si. Son momentos que el enfermo "va arreglando cuentas" con la vida, sanándo-se.
He querido compartir esta información porque son instancias únicas y que por ignorancia y temor nos perdemos de vivenciar y compartir para sanar-nos.

"Si practicas la atención a la respiración con asiduidad, cuando llegue el final de tu vida, morirás estando plenamente atento"

martes, marzo 13, 2007

CADA INSTANTE UNA NUEVA OPORTUNIDAD

LOS PENSAMIENTOS SE CONVIERTEN EN COSAS
Cada pensamiento, cada atención, cada vibración, cada tensión, te transporta inexorablemente donde piensas consciente o inconscientemente querer ir. Es la Ley de la Atracción en funcionamiento, y es ineludible. Ese es el momento de comprender si lo que te ha “movido” es un instinto de intuición interior o una simple satisfacción de irritación material. Utiliza tu sistema de Guiado Emocional para saber si ese pensamiento es positivo o negativo para ti. Cualquier cosa que estés sintiendo es un perfecto reflejo de lo que está en proceso de realizarse.
Cuando tuve consciencia de que mis pensamientos crean mi realidad mi vida cambió. ¿Le has tomado el peso a esto?... pues hoy es ¡hora de que lo hagas!! Hoy puedo mirar a la vida, mi vida, comprenderla desde otra perspectiva. Puedo seguir en el mismo contexto, solo que mi actitud, mi comportamiento será otro. Me puedo hacer la pregunta que me he hecho mil veces y que hoy tienen una connotación diferente: ¿qué deseo hoy para mi vida? ¿Cuál es el pensamiento que me guía para lograrlo? Este cambio de “switch” es el que yo llamo “morir” un poco a cada instante. Es dejar un estado, para pasar a otro. Dejar morir para re- nacer…Una nueva actitud dentro de mí, una nueva oportunidad para ser feliz, para hacer a otros felices. El darme cuenta, el “estar” conmigo es una instancia de descubrimientos, de gran riqueza interior. Y para eso tengo que crear ese instante. Busca tu espacio, en tu dormitorio a cierta hora, en el jardín o balcón, da lo mismo, solo que tú junto a tu Espíritu se den esa oportunidad de encuentro. El silencio tiene las respuestas.
La fuerza del pensamiento, el poder de las palabras. Si observas el verbo “creer” en primera persona dice: “yo creo”; y el verbo “crear” en primera persona también”yo creo”. Lo compartí anteriormente, ¿recuerdas? Veo como las piezas del puzzle empiezan a calzar. Ahora entiendo… y me maravillo de mis semejantes, hermanos de la Luz, que trabajan incesantemente en un desarrollo evolutivo constante y nos lo comparten para lograr nuestra felicidad. Nos recuerdan a cada instante que cambiemos nuestra forma de pensar, que estamos viviendo en un momento maravilloso de des-aprender todo lo que aprendimos y que nos tiene infelices hoy. Hoy estamos en el momento de re-aprender nuevamente… una nueva oportunidad para Ser plenos.
ENTONCES YO ESCOJO esos pensamientos que me den vida, me empoderen y me hagan Ser feliz.

"Si practicas la atención a la respiración con asiduidad, cuando llegue el final de tu vida, morirás estando plenamente atento"

sábado, marzo 03, 2007

Morir es entrar en un proceso que empieza cuando nacemos…

"Morir es entrar en un proceso, como cuando lentamente de la niñez se pasa a la pubertad: el vello, las hormonas... Lo vives como un cambio. Tú avanzas en la vida y empieza a aparecer la vejez, que es otro período. El pelo se va poniendo blanco, los dientes amarillos. Si luchas contra la vejez, envejeces con angustia. Si luchas contra la pubertad, te traumatizas. En un momento donde todos entramos en el proceso de la muerte, que se puede y debe vivir exactamente como los otros cambios precedentes.
La muerte no es más que un estado. ¡Nadie está muerto! ¡Nadie muere! Todos nosotros entraremos en el proceso de la muerte, y lo maravilloso es que lo aceptemos con la tranquilidad con la que entramos en la pubertad o en la madurez."
- ALEJANDRO JODOROWSKY -


El hecho de hablar sobre la muerte me lleva a un estado de tranquilidad, quietud, de paz. Recuerdo a mi padre visitar a los enfermos en los hospitales. Esos enfermos que nadie visitaba. Es algo que recordé el año pasado, en una instancia especial. El falleció hace 6 años. Un viejo sabio, mi padre, Gran Maestro, para quienes lo conocieron y aprendimos de él.
Aún recuerdo la muerte de mi abuelo, la de mi abuela y varios años después la de un hermano pequeño. En todas esas ocasiones, siendo pequeña, la muerte fue considerada como algo natural. Nacer, vivir y morir. Observaba que esto pasaba con los animales y también con las plantas y las flores, etc. Nunca tuve la experiencia de escenas fuertes ni traumáticas en relación a ella. Más bien mis recuerdos me dejaron la sensación que hoy perdura en mi, de una gran tranquilidad.
Cuando falleció mi hermano menor, recuerdo mucha gente en casa, y a mi madre triste durante ese día. Luego se nos acercó diciéndonos: El estaba enfermo, ahora estará mejor. Vino a vivir con nosotros solo un tiempo. Entonces visto de esa manera, los niños no necesitamos más explicaciones, y quedamos tranquilas.
Por supuesto que el dolor, la pena y el llanto estuvieron presente, porque es parte del duelo, necesario e imprescindible en este proceso, debido al apego.

Como mencionaba al comienzo el hecho de que yo hoy me dedique, humildemente, a acompañar a bien morir, se deba en parte, al proceso que un día inició mi padre al visitar a los enfermos, y la paz y necesidad de hablar sobre “esta transición” es porque desde pequeña asumí, inconscientemente, que nadie está muerto, nadie muere, sino que todos nosotros entramos en el proceso de la muerte y lo maravilloso es que es que lo aceptemos, solamente, como un cambio de estado, como sabiamente nos lo dice el autor antes mencionado.

HOY ES BUEN DIA PARA VIVIR Y TAMBIEN PARA MORIR