viernes, enero 24, 2014

CUANDO YO ME VAYA...



Cuando yo me vaya no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras y vive recuerdos. Reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, y casi en el aire, con paso muy fino, búscame en mi casa, búscame en mis libros, en mis cartas y entre los papeles que he escrito apurado, incluso en la música que tanto amé.
Ponte mis camisas, mi suéter, mi chaqueta y puedes usar todos mis zapatos.
Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mi me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo no tengas lástima, corre hacia el espacio, libera u alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra, toma toda el agua y aprende el idioma vivo de los pájaros,.
Si me exrañas mucho, disimula el acto, búscame en los niños, el café, la radio y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado que
morir mil veces y ser recordado. con
Cuando yo me duerma, no me lleves flores, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y que sigue su marcha.
La llama encendida no se va a apagar por el hecho de que no esté mas.
Los hombres que "viven" no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños, y el sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano y estarás conmigo sellada en contacto, y auneuq no me veas, y aunque no me palpes, sabrás que por siempre estaré a tu lado.
Entonces, un día sonriente y vibrante, sabrás que volví para marcharme.

-Carlos Alberto Boaglio-
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domingo, enero 05, 2014

EXPERIENCIA


Cuando una experiencia -una reunión de amigos, unas vacaciones, que tus hijos crezcan y se vayan de casa- llega a su fin, mueres un poco. 
La «forma» que esa experiencia tenía en tu conciencia se disuelve. Esto suele producir un sentimiento de vacío que muchas personas prefieren no sentir, no afrontar.
Si puedes aprender a aceptar, e incluso a dar la bienvenida a los finales de tu vida, tal vez descubras que el sentimiento de vacío, que inicialmente te pareció incómodo, se convierte en una sensación de espacio interno que es profundamente apacible.


Aprendiendo a morir diariamente de este modo, te abres a la Vida.