miércoles, diciembre 29, 2010

A LAS 12,00 HRS













LOS RECORDAMOS

A mis padres, a mi hermano Jorge Fernando, a mis abuelos, a mis tíos/as, a amigos/amigas inolvidables y que partieron antes que yo, en esta fecha, nuevamente, estarán en mis recuerdos, como cada año….

Para cada uno de nosotros, hay alguien que es una presencia continua en nuestras vidas.
Es a ellos hacia quienes van dirigidos nuestros pensamientos. No importa cuán corto haya sido el camino que recorrimos juntos. Tenemos la seguridad que su luz y calor están dentro de cada uno de nosotros, como una presencia continua.
La luz, los recuerdos, el calor, el legado de sus vidas, están dentro de cada uno, como una continúa presencia viva.

"Al amanecer y al atardecer,
los recordamos.
Cuando sopla el viento y
en el frío del invierno,
los recordamos.
Al abrirse las flores y
en el renacimiento de la primavera,
los recordamos.
En lo azul del cielo y
en lo cálido del verano,
los recordamos.
Con el rumor de las hojas y
en la belleza del otoño,
los recordamos.
Al principio del año y
cuando termina,
los recordamos.
Mientras vivamos,
ellos también vivirán;
ya que ahora son una parte de nosotros,
al recordarlos.
Cuando estamos fatigados y
necesitamos fuerza,
los recordamos.
Cuando estamos perdidos y angustiados,
los recordarnos.
Cuando tenemos alegrías
que deseamos compartir,
los recordamos.
Cuando debemos tomar decisiones difíciles,
los recordamos.
Cuando logramos algo
que empezó con ellos,
los recordamos.
Mientras vivamos,
ellos también vivirán;
ya que ahora son una parte de nosotros,
al recordarlos."

Marcelo Rittner


jueves, diciembre 23, 2010

SIMBOLOS EN NAVIDAD


Jesús, María y José representan, simbólicamente, el Cuarto Reino: la humanidad, que puede hoy fusionar lo femenino y lo masculino, y dar a luz al Cristo interno: la conciencia.

La Estrella de Belén - representa al alma misma, la guía segura que marca el camino, pero no todos ven la estrella, pues brilla en un cielo interior, brilla cuando en la noche oscura del alma nos hemos vuelto sensibles, nos volvemos sensibles cuando aceptamos el dolor. Nacer a nuestra sensibilidad nos permite comenzar a encarnar paso a paso el amor, ya no como un discurso intelectual que de nada sirve, sino como solidaridad en acción, cordialidad en las relaciones, honestidad en el carácter, compromiso responsable con el futuro

Detengámonos un momento, aunque creamos no tener tiempo, si esa así quizás podamos ver más allá de mirar. Si escuchamos y vemos, comprenderemos; si comprendemos no podremos no aceptar la invitación que la Navidad representa y elegiremos el camino de “volver a nacer”. Si volvemos a nacer, no necesitaremos ningún tesoro afuera, nuestra propia vida será el más sagrado tesoro.

Volvamos a ser niñoscuando somos niños, estamos, en general, bastante más contentos que cuando nos volvemos adultos. Y pensaba que los niños nunca están atrapados en las circunstancias y momentos externos, sino que siempre se sienten libres para volar con su imaginación. Cuando nos sentimos libres, automáticamente aparece la experiencia del contentamiento. La capacidad de la mente de imaginar mundos mejores y maravillosos es la puerta a la libertad espiritual. Es decir, físicamente puedo estar el algún lugar, y mentalmente puedo estar volando muy alto y completamente libre de las limitaciones de lo que me rodea. Los adultos vamos perdiendo esa capacidad de volvernos Superman o La Mujer Maravilla, o el papá o la mamá, o estar piloteando un avión o estar jugando a la casita de las muñecas. Me parece que es tiempo de reconquistar el espacio de nuestra libertad espiritual en los dominios de la imaginación más pura y elevada (capacidad de crear imágenes conectadas a nuestra esencia pura espiritual, capaces de darnos la experiencia de otros mundos espirituales). La invitación es, entonces, a viajar por estos mundos de luz e inocencia del alma.

Si elegimos la inocencia y aunque tropecemos, la volvemos a elegir, el balcón de nuestra vida recibirá cada amanecer el beso de la Navidad ganando terreno a las sombras. Inocencia no es autojustificación, ni autoengaño, no es autocomplacencia; inocencia es confianza en nuestro potencial humano, es confianza en la vida, es saber que tenemos un Dios interior que nos bendice, nos protege y si escuchamos, nos guía. Y si no eres creyente, te guía la sabiduría del hombre…

La confianza no es la ingenuidad de pedir o pretender una vida sin dolor, es la actitud madura de saber que el dolor nos enseña a valorar lo esencial, nos profundiza, pule nuestras aristas y nos acerca al ser. El viaje es largo sin embargo la alternativa, caminar en círculos, no tiene ningún sentido. Viajemos, viajemos, ya que al llegar al lugar donde la estrella de Belén alumbra, tendremos la llave del Reino de los Cielos.

Cuando nacemos a un nuevo grado de apertura, de sencillez, cuando aprendemos, es Navidad. Cuando nos volvemos más auténticos, más tiernos, cuando dejamos atrás rencores, prohibiciones, prejuicios y temores, es Navidad. Cuando amamos, cuando nos amamos, cuando servimos, es Navidad.

Podemos oficiar la Navidad cada día, primavera, invierno y verano, o no oficiarla ni en Noche Buena, ni el 25 de Diciembre, ni nunca. Depende de nuestra actitud y nuestra visión.

¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, diciembre 02, 2010

MUNDO SUTIL

COMO EL EREMITA



Una vez se le preguntó a un eremita cómo podía vivir él en un continuo silencio. Él muy sorprendido contestó, “Por el contrario, yo nunca estoy en silencio, yo estoy conversando constantemente – son tantas las visitas que recibo.”

El eremita había sido atraído tanto al Mundo invisible que este Mundo se había hecho completamente perceptible para él. La plegaria se hizo comunión y aquel Mundo se afirmó en toda su magnitud. Para un espíritu como el del eremita la transición al Mundo Sutil es completamente imperceptible.

En medio de los discursos sobre el Bien, uno puede ascender uno o todos los escalones.
Al principio, la oración es externa, luego se emite desde el corazón y después se vuelve una comunión con el Bien.


Para algunos, el mundo invisible ya es visible, lo sutil es ya cotidiano.

Para ellos la vida terrena se ha fundido ya con las otras manifestaciones, las más elevadas.

Alma y personalidad están alineadas, y en el silencio del alba se atisba la música de las esferas.

Podemos subir ciertos escalones para estar comunión, para entrar en ese mundo.

Desde esa comunión la belleza del mundo se instala en el corazón.

Enfrente tenemos esos escalones, para subir.

Nuestros ojos verán entonces el Mundo Invisible.