domingo, marzo 22, 2009

DECIDO VIVIR






Esta es la carta que el afectado de cáncer ha escrito a su enfermedad. Reconozco que es muy extensa, pero merece la pena leerla por la extraordinaria enseñanza que nos da.
Gracias le doy a
José Manuel Romero por facilitarme este testimonio.

Querido Horacio:
Fue ese jueves de Noviembre cuando supe que me habías tocado con tu vara de abedul, cuando un rayo me atravesó de la cabeza a los pies. ¿A mí? ¿A mí? ¿Por qué a mí?
Sólo tardé unos segundos en aceptar el diagnóstico y en ese instante experimenté una felicidad que nunca había sentido hasta ahora. Iba a tener el honor de formar parte de ese grupo de personas a las que tanto admiro, que sacan coraje de donde parece que no lo hay y lo muestran al mundo.
Me ofreces una grandiosa oportunidad de aprender y de crecer, aquí y ahora con este master, con este proyecto, con esta asignación que es CURARME y que hoy acapara mi máxima atención.
No es una interrupción a mi vida ni un freno en mi viaje a Ítaca. Es un nuevo rumbo que quiero vivir a tope y del que voy a sacar todos sus frutos. Estoy impaciente por ordeñar cada día que comienza.
Muy pronto empecé a sentir que había recibido otro regalo mucho mayor, que ni en mis mejores sueños podía imaginar. Es el amor de mi familia y mis amigos.
Mi vida de familia se ha transformado. En casa con Adelaida y Gabriela sentimos una pasión amorosa mutua como nunca había sucedido. Me conmueve cómo se vuelcan conmigo, cada minuto, cada segundo. Ellas son quienes realmente están viviendo y soportando mi enfermedad. Sólo me sale una palabra del corazón y es ¡¡¡GRACIAS!!!.
Los caminos de mis padres y hermanos, y el mío se han unido. Hemos entrado de nuevo en nuestras vidas respectivas. Y donde antes veía recelo, barreras y malentendidos ahora sólo veo unos grandísimos corazones. Además me divierto muchísimo con todos y cada uno de ellos, que en su diversidad y a su manera me están dando lo mejor de si. También estamos llevando a cabo unas colaboraciones muy fructíferas. Todo tiene un enorme sentido.
¡Y que decir de mis amigos, que desde todas las partes del mundo me mandan unas letras de ánimo y aliento en sus emails!. Hay personas, que ni me podía imaginar, que me están mandando su cariño. Es curioso cómo nos “tocamos” entre nosotros en nuestras vidas sin saberlo.
Hacía unas semanas que había perdido mi teléfono móvil pero con esta enfermedad ya lo tengo rápidamente al día. Hay tantos amigos que me ofrecen nuevas terapias y técnicas, nuevos libros. Siento que se me presenta un fecundo período de conocimiento.
¿Y qué decir de todas esas personas que rezan por mí y piensan en mí durante sus oraciones? ¡Qué gran responsabilidad de agradecimiento se posa en mis hombros!
Y en estos momentos pongo a Dios por testigo de que nunca jamás en la vida diré que “me siento solo”, “no tengo amigos” o “me siento miserable”. Eso sería ir en contra de la naturaleza de la vida.
Hoy, siento y sé que cada uno de nosotros formamos parte de un cuerpo superior en el que todos estamos conectados y cuando una parte de ese cuerpo está más débil el resto vibra. Yo también sabré vibrar mucho más a partir de ahora. En cambio, ¿Cuántas veces vibramos por cosas no importantes? ¿Somos conscientes de la enorme cantidad de metas y estímulos triviales que nos creamos y aceptamos y que nos generan tanto stress? ¿Es tan real esa ansiedad que nos atenaza? ¿Es tan real esa culpa que nos abruma? Todo eso nos mata.
He aprendido a ser Yo, a ser “Yo soy”. Me he dado cuenta de que había llevado una vida alocada en la que había adoptado muchos roles en ambientes dispersos y desconectados. Eso me creaba barreras, eso me negaba como persona. Eso era matarme. Ahora “Yo Soy” esté donde esté, no tengo barreras. Formo parte de una energía ilimitada.
Me siento capaz de llevar a cabo cualquier visión que me plantee en este planeta.
Estoy viviendo una experiencia mágica de transformación espiritual. Ahora entiendo al alquimista que transforma el dolor en paz, la paz en alegría y la alegría en amor.
Estoy completamente preparado para todo lo que vaya a venir y sé que sobrevendrán dolores y molestias en el cuerpo pero nunca sufrimiento. Todo sufrimiento es un juicio, es aceptar la condición de que se es víctima y yo eso jamás lo haré. En cambio, el inevitable dolor físico que se acepta, se siente en todos los poros y se ofrece, nos brinda la oportunidad de transmutarlo en despertar espiritual.
Horacio, no quiero darte una pequeña decepción. Pero no has sido tú quien me ha traído esta enfermedad sino yo. Yo soy al 100% responsable de lo que me pasa. Ha sido mi mente quien me ha confundido y me ha metido en esto. Había una falta de armonía. Quizá tenía una necesidad de crecimiento no bien madurada o una situación que no sabía cómo manejar. Esta enfermedad tiene un mensaje y al captarlo mi curación vendrá, de la misma manera en que la primavera sigue al invierno. Ya intuyo mucho de lo que me había pasado.
Hay muchas maneras positivas de hacer frente a esta enfermedad. Yo quiero recuperar el diálogo con mi cuerpo. Quiero estar con él y acompañarlo en estos momentos de debilidad. Mi cuerpo es ese amigo sabio y fiel, que siempre trabaja de manera incondicional y silenciosa para estar sano. ¡Ay hermano!, cuanto te he exigido en esas noches de trabajo, en esos platos y copas de más, en ese uso de ti como fuente de placer y objeto de consumo. ¿Cuántas veces te he dejado en último lugar dando por hecho que tú silenciosamente podías con todo? Hermano, nos curaremos juntos y a partir de ahora serás mi joya.
Bueno Horacio, vamos a hablar tú y yo del futuro. Sabes muy bien que me voy a curar y por eso te quiero ofrecer un puente de plata honroso. Sé que has actuado con tu mejor intención, obedeciendo a los designios de mi mente. Te propongo que retires inmediatamente de mi cuerpo tus células enfermas. A cambio, conservaré en la memoria un buen recuerdo tuyo de esta etapa maravillosa.
Horacio, sabes que no tienes otra alternativa. Si insistes en persistir, tanto mi altísima moral como las baterías del Doctor Javier Hornedo, quizás el mejor oncólogo del mundo, harán mella en ti. ¿Por qué aferrarte y resistirte a lo inevitable?
En pocas palabras: Gracias por entrar en mi y Gracias por salir de mi, con todo mi amor.
Yo ya he empezado a celebrar mi curación. Estoy organizando con mi familia y amigos un viaje a Roma de agradecimiento por todas estas vivencias y todas estas “vacaciones”.
Esta enfermedad me ha sobrevenido en un momento en que estaba cambiando de vida y planeando una nueva etapa. Voy a incorporar todo lo que aprenda. Esta etapa será muy importante en mi vida y ya nunca jamás volveré a ser la misma persona después de vivir esta experiencia. Mi misión y mis metas serán a partir de ahora muy diferentes. Sé que me espera una vida apasionante y me ilusiona asumir mis nuevas responsabilidades. Sabré siempre cambiar y transformarme.
Sé también que este futuro apasionante no me estará esperando sólo a mí. Esta ha sido un poco la enfermedad de todos y todos nos estamos transformando.
Y ahora pienso en La Navidad. Esta va ser la mejor Navidad de toda mi vida. La Navidad es el nacimiento del niño Dios. Es un momento de Creación. Es el momento de crear la mejor versión de la mejor visión de nosotros mismos.
En La Navidad sin embargo, rara vez nos salen bien los deseos. Ya en los medios de comunicación de la primera semana de Enero todo sigue igual de mal en el mundo y el nuevo año sigue el mismo curso de violencia y perversión rutinaria. Sin embargo, este año propongo a mi familia y amigos algo muy diferente:
1. Cerrar los ojos.
2. Crear uno o dos deseos.
3. Visionarlos.
4. Oírlos.
5. Olerlos.
6. Sentirlos.
7. Tocarlos.
8. Tener una fe inquebrantable de que van a suceder sin preguntarse el cómo.
9. Dar gracias porque ya han empezado a suceder.
10. Seguir al corazón.
11. Plasmar los deseos en un sitio visible.
12. Revisarlos diariamente.
Esta vez se van a materializar en todo el planeta todos nuestros deseos de Navidad y Año Nuevo. Vamos a cambiar muchas cosas.
Y ahora sólo me cabe decir GRACIAS; GRACIAS; GRACIAS
Con todo mi afecto, Juan


Yo hoy honro a Juan por su valentía y por su destino!

sábado, marzo 14, 2009

TU, UNA INVERSION




Cuando todo parece desmoronarse, cuando todo aparentamente pierde valor...Tú eres tu única inversión que te dará dividendos por siempre
Estás en el mejor momento
: AHORA

Uno de estos días me sentí más cansada de lo habitual, por lo que me dí una zambullida donde pude refrescar mi cuerpo y también mi espíritu.
Aprovechando el entorno verde de la naturaleza, el sonido melodioso del canto
de los pájaros que regresaban a sus nidos y la quietud del lugar hicieron que me tendiera en el pasto y comenzara a aquietar mi mente, dejando volar todos mis pensamientos, sin que éstos anidaran, solo pasaran…y fue que comencé a
sentir dentro de mí una energía propia que me dio una tranquilidad, una paz maravillosa.
Además, me preguntaba, cómo hago para que esto se mantenga, cómo enriquecer a mi Ser con ella. No terminaba este pensamiento cuando empiezo a escuchar mi voz interior que suavemente respondía:
“Es una fuerza interna que todos poseemos, pero que pocos la entienden y mantienen viva. A muchos, con las primeras lluvias, se les apaga.Otros, no la desarrollan y se les consume.
Tú debes conservar esa energía interior, madurarla y engrandecerla.
Es la llama que te fortalecerá en la búsqueda de respuestas, valores e
ideales superiores y que otorgará expresión a tus actos.
Es una energía natural que no te permitirá caer en el fango de los instintos
y que te dará vitalidad en cada momento de tu vida.
Si no la avivas, el ambiente y tu debilidad la apagarán...
Aprovéchala y dirígela hacia tu realización; no permitas que se te apague”
Mi experiencia, la que te comparto es encontrar ESE momento de quietud y silencio para descubrir el gran tesoro que habitamos, y que lentamente podemos ir descubriendo e ir regalándonos estos sutiles momentos que son nuestro real capital.

Somos energía pura, reconócela e intégrala a tu diario vivir!
Será tu compañera hasta la muerte....




"Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta" - Jung