lunes, agosto 07, 2006

Aprendiendo a “pedir” empecé a vivir

Compartir lo cotidiano, de ese buen vivir que enriquece, es lo que hace que mi vida tenga un sentido. Pensamientos y actitudes ecológicas. Como también acerca de la cotidianeidad y de las cosas de la vida, también facilita a un buen morir.
(foto de Önder Turacý)
Días pasados comentaba que me cambió la vida cuando descubrí que “pedir lo que deseaba” era mágico: ¡me cambió la vida! Esto de que adivinaran lo que yo quería era frustrante, me dañaba afectiva y emocionalmente porque nadie entendía porque no estaba contenta, y qué es lo que realmente quería. Sólo bastó que lo verbalizara y la magia funcionó, ¡zas! …y se hizo la luz!
Este simple y sencillo acto transformó mi vida y también la de los demás. Fui educada para servir al prójimo, preocuparme por él, estar al “servicio de” los demás. Eso era lo social y culturalmente correcto. Toda esta creencia me tenía pasiva en mi comportamiento, y, por lo tanto esperaba ser adivinada en mis deseos y también acerca de lo que esperaba de los demás. Error…. Pedir era la orden, no caer en la soberbia de que todo tengo que hacerlo yo, caer en la adicción de la victimización (what the bleep do we know!?). Les aseguro que hoy pido ayuda, pido consejo, pido cuanto se me ocurra, con una salvedad: estar dispuesta a que te den un SI o un NO.