miércoles, enero 19, 2011

MUERTE, LA PALABRA QUE SE GUARDA



La palabra que se guarda sostenida, trémulamente, sobre el abismo y queda en el silencio. Palabra perdida que se siente en el fondo de la respiración misma y del corazón que la guarda.

La expectativa de la muerte tiene un componente socio cultural y, desde una actitud colectiva, cada uno elabora ideas imaginarias sobre el morir. En la cultura occidental estas ideas las imaginamos en un futuro lejano, casi inexistente. Vivimos como si la muerte no fuera con nosotros: intelectualmente aceptamos el hecho de morir pero en nuestra actitud hay una negación emocional. Morir es el único suceso que podemos predecir con total certeza y es en el que menos nos gusta pensar, porque si lo invocamos llega la oscuridad y acabamos persiguiendo sombras de temor. Preferimos dejar partir nuestros temores antes de que penetren en la garganta y en el pecho.

Hegel decía : " ... la historia es lo que el hombre hace con la muerte. Podríamos tomar la historia de la religión como la crónica de las diversas maneras en que los seres humanos han negado la muerte y afirmado que de algún modo sobrevivimos a nuestro fugaz momento en el tiempo."
Se puede creer en la reencarnación, se puede creer que después de la muerte hay algo “por allí arriba” o, simplemente, que desaparecemos definitivamente. Pero hay otra opción: reconocer con toda sinceridad que no sabemos qué ocurre después de morir. No es necesario afirmar o negar. Tener presente la muerte no es saber qué va a pasar después sino qué pasa ahora. Es importante vivir con lo que sabemos. En la medida en que confiamos en cada momento del vivir nos disponemos a tolerar la ignorancia del oscuro destino en el que desaparecemos al morir.

Tener una actitud de aceptación de la muerte es respirar la fragilidad de la vida, recordar que salimos de la tierra y volvemos a ella. La conciencia de finitud nos permite responsabilizarnos del presente sin aferrarnos a la idea de que hay una eternidad de tiempo para hacer cosas para las que hoy nos hace falta el valor. Nos posibilita experimentar cualidades del vivir, aventurarnos más allá de la protección en que vivimos y explorar el vulnerable yo. Podemos usar el temor a la muerte como instrumento para enfrentarnos con los lugares donde nos ocultamos y afrontar nuestros miedos a la vida.

La vida se vuelve confusa cuando eliminamos la verdad. Se cierra nuestro corazón y perdemos el contacto con lo Sagrado de la Vida. Vivir con la Muerte es bendecir la vida, entrar completamente en ella, abiertos a lo desconocido, arriesgando, abrir nuestro corazón a lo nuevo sin apegarnos al pasado.

Gracias a la colaboración del grupo “almamundo” de yahoo

miércoles, enero 05, 2011

EL APEGO


DEJAR IR



Me amas a mi o mi amor por ti.. ?
- Nemer Ibn El Barud
Si nada tengo, nada puedo perder

- Anthony de Mello

En toda relación hay amor y apego
. El amor es entrega, libertad, crecimiento; el apego es dependencia.
Cuando alguien amado muere entra en crisis el apego.
Sentimos, entonces, que hay algo que perdemos y es porque, en gran medida, fundamos nuestra felicidad en depender de otra persona. Olvidamos que somos seres libres que debemos realizar nuestra vida sin interferencias y sin estar atados a ilusiones y temores.

Apego significa miedo a perder a quien me ama, me protege y de quien, en cierta medida, dependo. Porque si se va o muere siento que me quedo desamparado, a la intemperie de la vida.

Anthony de Mello dice, al respecto:
“Como no tengo miedo a perderte, pues no eres objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos, sin condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte.”

De modo que ante una muerte inesperada uno debería poder pensar: "Si te mueres, aún sin despedirte, estoy preparado a decirte adiós porque es tu vida, es tu muerte , es tu camino. Si mi apego hacia ti entra en crisis, el amor se fortalece, porque sólo es inmortal el amor que se sustenta en la libertad. Los apegos nos hacen vulnerables".

Después de todo, "...es que no puedo echarte de menos porque estoy lleno de tí. Si no estoy lleno de ti es porque no te amo, y si me domina el apego no te dejo partir en tu viaje, a causa de mi egoísmo y mi temor de orfandad."*

La ley psicológica es que cuanto más apego más dependencia y más posibilidad de ser dominados, ante la muerte inesperada de un ser amado, por la orfandad y el vacío.
No hay nada mejor para curar el apego que el amor. El amor que no es sólo una palabra, sino la aceptación de que el otro no es mío, que sólo en libertad existe el amor y que debo aprender a dejar partir tanto como a no permanecer mirando la partida. El amor es, no se inventa, es una disposición no un impedimento. Es una fuente que mana agua que fluye no porque tenga adónde ir sino porque no puede hacer más que fluir.


Eduardo Grecco