martes, agosto 25, 2009

VIVIR DESDE EL CORAZÓN 3

ULTIMA PARTE




En la mayoría de las antiguas y sabias culturas es una práctica común que las personas le hablen al corazón. Todas las tradiciones espirituales tienen rituales, leyendas y métodos de meditación para despertar la voz del corazón.

Esta práctica es fundamental para vivir con sabiduría porque "el corazón es la fuente que nos conecta con toda la vida y nos permite intimar con ella. Y la vida es amor". La cualidad misteriosa del amor nos rodea por todos lados, tan real como la gravedad.
Con cuánta frecuencia nos olvidamos del amor! Si queremos amar, dediquemos tiempo a escuchar nuestro corazón.

Nuestro corazón está muy cerca; es como si un extraordinario desvanecimiento nos ocurriera en medio de la complejidad y el trajín de la vida moderna y olvidáramos lo más importante. Creemos que tenemos tiempo, pero nadie sabe con certeza cuánto tiempo en realidad le queda. En el fondo de nuestro corazón existe una voz que sabe, que conoce, un canto que puede recordarnos aquello que más apreciamos y añoramos, aquello que desde niños hemos sabido.

Los miembros de una tribu de África oriental reconocen este canto incluso antes del nacimiento. En dicha tribu la fecha del nacimiento de una criatura no es el día del parto, ni siquiera el día de la concepción. Para ellos la fecha de nacimiento coincide con el instante en que la madre piensa por primera vez en ese hijo o hija.

La madre, consciente de sus intenciones de concebir un hijo con un hombre específico, se aleja para sentarse solitaria a la sombra de un árbol grande. Allí se sienta y escucha con atención hasta que puede oír el canto de la criatura que ella espera traer al mundo. Una vez que ha oído la canción, vuelve a la aldea y se la enseña al padre para así poder cantarla juntos mientras hacen el amor, invitando a la criatura a que se les una.
Oír una historia así nos hace anhelar esa capacidad de escuchar, y quisiéramos que nuestra vida y nuestro canto fueran considerados y guiados desde tan alta magnificencia.
Llevamos vidas complejas en tiempos metalizados, donde impera la ambición y nos dirigen desde afuera. Con cuánta frecuencia hemos olvidado escuchar. Resulta difícil estar en contacto con nuestro corazón en medio de una vida ocupada.


Anne Wilson Schaef,
que escribe sobre la sociedad adicta, nos dice lo siguiente:

"La persona que mejor se adapta a la sociedad moderna es la que no está ni muerta ni viva, solo anestesiada, un zombi. Una persona muerta no puede aportarle trabajo a la sociedad y una que esté en verdad viva se verá obligada a decir 'no' permanentemente a muchos de los procesos sociales; el racismo, la contaminación del medio ambiente, la amenaza nuclear, la carrera armamentista, el uso de líquidos peligrosos y alimentos cancerígenos. Así, resulta evidente el interés de la moderna sociedad de consumo por promover todas aquellas cosas que suavizan la magnitud del problema. Nos mantienen ocupados tras nuestras dosis diarias o ligeramente anestesiados. En este sentido, nuestra moderna sociedad de consumo se comporta como un adicto".

Con razón nos cuesta trabajo permanecer en contacto con el corazón! Cuando logramos hablar con el corazón, debemos hacer las preguntas más honestas posibles.
**¿Cómo nos sentimos respecto de la forma de vida que llevamos?
**¿Si nos conduce a la tranquilidad, la creatividad, la integridad y el respeto?
**¿0 acaso las responsabilidades que conlleva nuestra vida de adultos le construyeron una prisión a nuestro cuerpo y a nuestra alma?

El amor comienza cuando reconocemos lo que más profundamente nos llena.
No es lo que poseemos ni lo que hacemos, sino el estado de nuestro corazón.







martes, agosto 18, 2009

VIVIR DESDE EL CORAZON 2

SEGUNDA PARTE



Con la entrada anterior inicié un mini-ciclo acerca de Vivir desde el Corazón.
Esta es una experiencia que recibí de Naymará hace años y hoy que estamos viviendo momentos muy sensibles y se nos pide re-encontrarnos desde ahí, es que quise compartirla contigo.

Mediante el sencillo recurso de seguir nuestra respiración entrando y saliendo, podemos llegar a sentir el ritmo vital – del corazón- que siempre está moviéndose en nuestro cuerpo. Entonces podremos oír las historias que la mente quiere contamos, escuchar los anhelos del corazón y todas las cosas que apreciamos profundamente.
De esta manera podemos escuchar con atención sagrada, con respeto, a fin de llegar a saber cuál es la verdad en el corazón de ese otro. Lo que más nos importa, lo más urgente por hacer está allí, siempre y cuando que dediquemos tiempo a escuchar. Sin embargo, algunas veces nos asustamos. No nos damos cuenta de que el corazón está en capacidad de darse y abrirse en medio de todas las cosas.


Con frecuencia, cuando intentamos escuchar al corazón por vez primera, asoma la tristeza. Todos los asuntos de los que hemos huido, el dolor que nos hemos negado a sentir, las pérdidas que constituyen una parte de nuestra cantidad de tristeza, las lágrimas del mundo, se nos revelan. También nos es dado abrimos a todo ello y escucharlo de manera respetuosa o sagrada; podemos permitir que se despliegue la grandeza de nuestro corazón.

Una mujer cuenta que todas las mañanas, cuando se dirigía a su trabajo, pasaba frente a un indigente. Durante meses echó monedas en su vaso, y poco a poco llegó a establecer con él una relación de saludos con la cabeza. Entonces, un día, comprendió que jamás lo había mirado a los ojos. Tenía la sensación de que, de hacerlo, el hombre terminaría instalado en su casa en menos de una semana. Comprendió que ella se había cerrado.

Al igual que ella, todos tememos no poder aguantar el dolor y la belleza del mundo. También es cierto que el corazón tiene sus estaciones, así como la flor se abre a la luz del Sol y se cierra a la oscuridad.

Debemos respetar esos ritmos, sin embargo no podemos cerrarnos durante mucho tiempo. Nuestra verdadera naturaleza es tener un corazón abierto, así como la verdadera naturaleza de la flor es abrirse a la luz del Sol.
A veces a esto lo llaman nuestra naturaleza divina.
No importa cómo la llamemos, es importante saber que cada corazón tiene una enorme capacidad para contener el mundo. Estamos conectados de manera íntima con todas las cosas y, querámoslo saber o no, nuestro corazón es sensible a todo lo que es verdad en la vida.

El trabajo de nuestro corazón, el trabajo de dedicar el tiempo, de escuchar, de vivir de acuerdo con nuestros valores, “el amar bien” es también nuestro regalo al mundo entero.

Gracias a nuestro coraje interno despertamos el potencial más grande de la vida humana, la única verdadera libertad del ser humano: amar por sobre todas las cosas ♥♥♥

lunes, agosto 10, 2009

VIVIR DESDE EL CORAZON

PRIMERA PARTE...



Si queremos amar, dediquemos tiempo a escuchar nuestro corazón.

El amor comienza cuando reconocemos que lo que más profundamente nos llena. No es lo que poseemos ni lo que hacemos, sino el estado de nuestro corazón.
Un niño que medita
Muchos de nosotros empezamos a perder nuestra inocencia y el contacto con nuestro corazón hace muchos años, en la infancia, cuando los enterramos para poder sobrevivir a la escuela, la familia, la religión y la cultura. De manera que una parte del arte de vivir desde el corazón es reivindicar esa capacidad infantil de escucharlo nuevamente.

La mayor parte de nosotros debemos encontrar nuestro propio camino para reivindicar nuestras lágrimas y nuestras penas enterradas y, habiéndolo hecho, redescubrir una nueva fuente de regocijo y alegría.
Todo parece ser difícil, aquí hay mucho de buena voluntad, mas no imposible…
es tiempo de re-encuentro.
Las grandes tradiciones de la meditación y la oración, de la vida contemplativa, ofrecen caminos que nos ayudan a escuchar con profundidad, a restaurar ese contacto perdido.
Una de las cualidades que todas ellas alientan para que no perdamos el contacto con nuestro corazón es la quietud.














Debemos salirnos del tiempo para "hacer" cosas y cambiarlo por un tiempo para "ser". Necesitamos un domingo, un día sagrado, un tiempo para detenernos y reconectamos con el espíritu que está en todas las cosas.

Porque incluso hacer demasiadas buenas obras se nos puede convertir en un problema. Como dijo Thomas Merton: "Dejarnos llevar por una multitud de asuntos contradictorios, aceptar demasiadas exigencias, comprometerse con demasiados buenos proyectos, querer ayudar en todo y a todos es otra manera de sucumbir a la violencia de nuestro tiempo".

De manera que lo que buscamos al vivir desde el corazón es un ritmo vital que incluya tiempo para renovamos en la naturaleza: tiempo para caminar sin otro propósito distinto de caminar; tiempo para estarnos quietos; tiempo para escuchar los sonidos de la vida que nos rodean; tiempo para escuchar a nuestro cuerpo; tiempo para escuchar a nuestro corazón.

Gracias Naymará por compartirme esto....